domingo, 19 de marzo de 2017

Amitiés, monsieur Stakhanov

Del mismo viaje a Brasil en el que aprendo más sobre la democracia que en los libros de Giovanni Sartori, descubro también que la materia prima de toda sabiduría política es la anécdota. Lo dice Julien Freund. No me extraña que las regularidades políticas sean siempre banalidades superiores.

Bajo la enorme impresión de mis observaciones, ajenas por completo a las conferencias y lecciones ad hoc sobre Carl Schmitt, generalmente repetitivas y profesorales, escuchadas en una reunión internacional, la primera celebrada en aquel poderoso Portugal ultramarino, regreso a casa con un extraño sueño en el magín: la conversión al catolicismo de M. Stakhanov.

No hago caso y lo achaco a las radiaciones del hemisferio occidental. Lo curioso es que en mi sueño no me sorprende ese giro espiritual que dejaría pequeñas las conversiones del renouveau catholique de hace un siglo. Me veo con él delante de la fachada barroca de la catedral de Santa María de Murcia. Salta entonces por los aires el decorado y los dos nos encontramos y nos sostenemos la mirada recogiendo estampas piadosas en la basílica de Nuestra Señora de Luján. Después, en una soledad perfecta, releo la traducción española de Comment peut-on être païen?, publicada por Ediciones Nueva República. Es un ejemplar que se ha salvado del secuestro judicial y que tienen anotaciones y tachaduras de la mano del autor. No recuerdo las razones, pero la conversión se me hace transparente al leer sus propias acotaciones manuscritas. La misma impresión me causa su diálogo con Thomas Molnar sobre L'éclipse du sacré. A continuación escribo una rendición de cuentas sobre el caso A2B que debe leer Carl Schmitt para enmendar así la primera frase de su Catolicismo y forma política: "Es gibt einen antirömischem Affekt".

Solo a CG y a DGH, a este en diciembre último, les he contado, tal vez con menos detalles, este sueño de los primeros días de noviembre de 2012. De aquel sueño ha guardado también esta anotación imaginaria sobre el estajanovismo de M. Stahkanov, que completa, a su vez, otra anterior, en este caso real, decantada en el hotel de Totana mencionado por Alain de Benoist en una "conversación inacabada": el estajanovismo encuentra en el mundo un objeto para exaltar la inagotable productividad de la inteligencia; en cierto modo, se trata de la última expresión antirromántica posible del espíritu romántico.

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